Hacia la Armonía Interior

Tenemos tres medios para trabajar: el cuerpo, la lengua y la mente. Es mediante estos tres que nos movemos a través de la peregrinación de la vida.

El cuerpo es lo primero que se trabaja. Sin el cuerpo no se puede hacer absolutamente nada. Siempre nos manda la primera orden. El lenguaje es importante porque, sin él, el contacto social no sería posible. El lenguaje es el medio para la interacción social. Es el lenguaje lo que une un hombre a otro. Aquellos que no tienen una lengua, un idioma, no pueden formar una sociedad. Puede que se reúnan en pequeñas multitudes, pero son totalmente incapaces de establecer una organización social moderna con su vasto potencial. Un factor muy importante en esta organización es el lenguaje. Un medio incluso más importante que el cuerpo y el lenguaje es la mente, la cual es particularmente distintiva del hombre. El cuerpo es común a todas las criaturas vivas. El lenguaje no es común a todas; sin embargo, se ha encontrado en el reino animal. Algunos lenguajes solo tienen dos palabras, otros tienen cuatro o seis. El lenguaje de los animales está siendo estudiado más en profundidad hoy en día. Desde un punto de vista de contacto social, el lenguaje es más importante que el cuerpo. Sin embargo, la mente es incluso más importante que el cuerpo o el lenguaje, porque no se puede encontrar en todos los seres vivos. Sin lenguaje, no puede haber mente. Pero incluso donde encontramos lenguaje no necesariamente tiene por qué haberse desarrollado la mente.

Solo el hombre puede presumir de poseer una mente totalmente desarrollada. Además, él está dotado con el poder del habla y la capacidad para pensar.

Un hombre fue al bazar a comprarse un loro. El dependiente le mostró varias jaulas con distintos pájaros. El hombre finalmente eligió uno y preguntó por el precio, siendo este de cien rupias. El hombre dijo: -¡Es demasiado caro! -A lo que el dependiente le contestó-: Puede ser, pero este loro sabe hablar -¿Ah sí? -le dijo el señor, y se volvió a su casa. Al día siguiente el señor le llevó un loro al dependiente, le dijo que quería vendérselo. El dependiente le dijo: -¿Por cuánto lo quieres vender? -Y el hombre le dijo-: Quinientas rupias -¡Eso es muy caro! -le dijo el dependiente –yo te puedo dar un loro por cien rupias -El hombre le contestó-: No es caro en absoluto. Tu loro solo puede hablar, pero mi loro sabe cómo estar en silencio, es un gran filósofo. Sabe cómo pensar, está envuelto en pensamientos.

Si el loro que habla cuesta cien rupias, no es de sorprenderse que el loro que piensa cueste quinientas. Pensar, deliberar, es un eslabón más allá de la capacidad de hablar en la cadena de la evolución. Naturalmente que requiere un reconocimiento mayor.

Tenemos tres formas poderosas de realizar el trabajo: el poder del cuerpo, el poder de la lengua, el poder de la mente. Desde un punto de vista del problema, el cuerpo en sí constituye un problema; al igual que lo constituyen la lengua y la mente; siendo el problema de la mente el más complicado. El cuerpo es un problema porque es el almacén de todo tipo de problemas. La vejez es un problema, las enfermedades son un problema, experimentar dolor es un problema… Y debido a que el medio de todo esto es el cuerpo, el cuerpo en sí constituye un problema. La lengua también constituye un problema. Muchas cosas se pueden lograr con ayuda de la lengua; pero a veces, la lengua genera más problemas de los que resuelve. Toda la historia de la humanidad es testigo de esto. Si leemos testimonios de sucesos que ocurrieron hace mucho tiempo y observamos nuestro comportamiento del día a día, veríamos la cantidad de problemas tan grandes que nos genera la lengua, y como los complica.

Una pequeña indiscreción de la lengua puede generar un terrible malentendido. Una mera palabra que se escape de la boca puede crear una situación muy beligerante. Así es como la lengua puede ser un gran problema. Pero incluso aun mayor y más complicado que este es el problema de la mente. Aquel que conquista su mente, simultáneamente conquista su cuerpo y su lengua; si la mente está sana y equilibrada, las enfermedades del cuerpo se reducirán enormemente.

Nuestra era es una era de enfermedades psicosomáticas. Las enfermedades puramente físicas son solo unas pocas; la mayoría de nuestros males tienen un origen psicológico. Las enfermedades mentales también afectan al cuerpo. Un hombre dolorido toma una medicina tras otra, casi sin pensar. Y muchos médicos de hoy en día prescriben medicinas tan fuertes, unos antibióticos tan poderosos que al final producen una reacción en cadena. Uno se encuentra a sí mismo metido en un círculo vicioso. Cuantos más medicamentos se toman mayor son las reacciones, y mayor es la necesidad de medicamentos aún más fuertes. No parece que haya ningún fin ni a la enfermedad ni a los medicamentos.

El hombre que ha disciplinado su mente, tiene la sensación de que necesita menos medicinas. Hemos visto que la gente que viene a participar en un shiver trae consigo cajas de medicinas patentadas. Cuando se vuelven se llevan esas cajas de medicina sin haberlas tocado. Se dan cuenta de que no necesitan ningún tipo de medicina durante toda su estancia. La comida que les hace enfermar y tomar medicinas simplemente no está a su alcance durante el periodo del shivir. Así pues, ellos no necesitan ningún tipo de medicina en absoluto. Mientras ellos trabajan en el proceso de la disciplina mental, y la mente está sana y en equilibrio, ¿qué necesidad tiene el cuerpo de medicamentos? No hay necesidad ninguna. Cuando la mente se ha desarrollado adecuadamente los problemas físicos se reducen enormemente; de igual modo se reducen los problemas de la lengua. Cuando la mente está alterada, el lenguaje se vuelve crudo y se abusa de la lengua. Por el contrario, cuando la mente está en calma y en equilibrio, el problema de la lengua se disuelve en sí mismo. No hay ningún esfuerzo adicional necesario. El lenguaje de un hombre equilibrado sería sereno; sin un ápice de intolerancia o impaciencia. Tan impaciente es el hombre que ni siquiera dejaría a su interlocutor terminar la frase; lo interrumpe antes de que el otro haya terminado. ¿Por qué no podéis escuchar lo que está diciendo el otro? Pero, ¿quién tiene el tiempo y la paciencia para escuchar? Uno no puede evitar echar leña al fuego de la ira. Es bastante posible que el otro hombre esté diciendo la verdad. Pero el hombre enfurecido nunca llega a saberlo. Y todo esto ocurre por la falta de equilibrio mental. Si observamos nuestros problemas personales, los problemas sociales, las dificultades que tenemos con el vecino… Si estudiamos todos a conciencia tendríamos que llegar a la conclusión de que nuestra inestabilidad mental sirve de combustible al fuego de nuestro descontento, y es este combustible el que mantiene el fuego ardiendo (un fuego que nunca se apaga, una llama eterna). Algunas velas continúan ardiendo durante un tiempo y luego se apagan. ¡Con qué frecuencia falla la electricidad en nuestras ciudades! Nadie sabe cuándo la van a cortar o a restaurar. Pero nuestra inestabilidad mental continúa para siempre, nunca se apaga. Se manifiesta a sí mimo de distintas formas todo el rato. Este problema de desequilibrio mental es el mayor problema de la humanidad. Lleguemos a la raíz del asunto. ¿Por qué existe un desequilibrio mental en primer lugar?

La provocación es una de las causas. No tenemos control sobre nuestros impulsos o emociones. Nos emocionamos muy a menudo. El dhyana es muy importante porque a través de su práctica conseguimos control sobre nosotros mismos. Ahora mismo no podría decir más que gracias al dhyana se eliminan todas las pasiones (esto es algo que ocurre en estados más avanzados); pero tampoco es nada fácil que podamos cerrar las puertas a la pasión siempre que queramos y poner el candado cuando nos plazca. De hecho, esto es un gran logro. La puerta, la cerradura y la llave deben su evolución a la necesidad de dar seguridad al hombre. Así pues, el dhyana se convierte en un gran medio para la seguridad del hombre.

Es posible desarrollar una consciencia que cierre la puerta a las emociones fuertes tan pronto como surjan, para que podamos estar tranquilos y relajados. Como dije anteriormente, no es nada fácil. De hecho, es un logro muy importante y solo el hombre es capaz de ello. Un animal no es capaz de tal desarrollo. Si se provoca a un animal, este pasará a un alto estado de alteración instantemente. Podría ser un búfalo macho o hembra, podría ser un cerdo, o un oso, da igual el animal; se le estimulará más allá de cualquier medida y comenzará a gruñir de furia. Pero el hombre tiene la capacidad de mantenerse bajo control a pasar de ser provocado; puede controlar sus pasiones. Debido a que el hombre ha sido capaz de desarrollar tal consciencia, él puede llevar una vida equilibrada.

Incluso a un mocoso se le puede provocar fácilmente. Nos puede sorprender encontrar a un niño de 2 a 4 años afligido por la rabia. Un amigo vino a verme y me dijo: -Aquí esta nuestro hijo que se enrabieta fácilmente. -La madre también acompañaba al marido y al niño, así que le dije a ella-: ¿Eres tú la que se enrabieta más o es el padre? -Ella contestó que era el padre el que estaba más tiempo enfadado al lado del niño. Y por sorprendente que nos parezca, ¡era el padre el que se quejaba del enfado excesivo del niño! Yo le dije-: Esto se ha heredado del padre. Te enfadas muy a menudo, ¿por qué te preocupa que tu hijo siga tus pasos? No se lo tendrías que tomar a mal. Es bastante sorprendente: el padre suelta insultos, se enfurece, hace todo tipo de trastadas y se piensa que no pasa nada, pero se lo toma a mal cuando lo hace su hijo. ¡Menuda aberración mental! Si hago algo sin remordimientos, ¿cómo me puedo quejar si otro lo hace? Si lo que hace otra persona es reprobable, lo que hago yo no puede ser menos. Pero la gente mayor dice: -Yo ya estoy muy mayor y no puedo cambiar.

Todo el mundo está preocupado en cambiar a los demás sin buscar una transformación en sí mismos.

El hombre que practica el dhyana nunca habla de cambiar a otros. Hablar de reformar a otros son tonterías políticas; pero hablar de reformarse a sí mismo entra ya en la esfera de la autodisciplina; concierne al dominio del dhyana. El verdadero practicante del dhyana perseverará en su indagación y hará un esfuerzo en reformarse a sí mismo. Si otro busca directrices le dirá: -Aquí está el camino. Si quieres hacer un experimento o no depende solo de ti. ¡Ya está!

Este shivir está pensado para profesores; antes de este unos miembros de la policía practicaron el dhyana, y anteriormente a ellos otros grupos también participaron. Hemos tenido unas series de shivers y continúan. Todo el sistema se basa en lo que hace cada individuo. ¿Están practicando dhyana o realmente no? Nos damos cuenta de lo que está pasando. No hay obligación de ningún tipo a que ninguno haga las cosas de una manera u otra. Si hubiese alguna obligación el dhyana sería una imposición. Pero el dhyana no es ninguna imposición. Se puede hacer una simple sugerencia: “Lo puedes hacer de esta manera”. Pero si lo haces o no lo haces según la sugerencia depende totalmente de ti. Si se viola la libertad del dhyana, ya deja de ser dhyana; se degenera en un tipo de castigo, se vuelve una prisión. El dhyana nunca encadena, más bien libera. La consciencia es absolutamente libre, con lo que cada individuo actúa libremente sin ninguna restricción. Entonces, te puedes preguntar a qué se debe esta organización, o a qué se debe esta disciplina. La organización y la disciplina están ahí porque mucha gente se junta en un solo sitio. No hay ningún vínculo esencial entre el dhyana y la organización o disciplina. La cuestión de la organización o la disciplina no atañe al dhyana, tiene que ver con el grupo reunido. La organización y el control exterior son necesarios siempre que los hombres se congregan. Hay una libertad absoluta en lo que concierne al dhyana. Encarecidamente os sugiero que practiquéis dhyana, y puede que incluso aceptéis mi sugerencia para complacerme. Cerráis los ojos y os sentáis en la postura prescrita, poro, ¿es eso hacer dhyana? ¿Se le puede llamar dhyana? ¿Es el dhyana una mera cuestión de postura? No puede haber dhyana si no sale espontáneamente de uno. Si no lo quieres por tu propia cuenta, incluso el miedo a la pena de muerte no te convertirá en un dhyanero.

No se le puede imponer a la acción que nace de una consciencia completamente libre. Es una acción de libertad, pura y simple, y el control de fuera no puede no tiene nada que ver con ella. Sin embargo, es sorprendente que una persona continúe actuando de una manera en particular, pero la misma conducta en un familiar suyo, le resulte insoportable. ¡Qué ironía y qué extraño a la vez!

Un vaso se cayó en la cocina. Como se rompió, este produjo un sonido de estallido que se desvaneció rápidamente. El padre y su hijo estaban sentados afuera, y el hijo dijo: -Parece que a mamá se le ha caído un vaso de las manos y se le ha roto. -Al oír esto, el padre sintió curiosidad sobre lo que había pasado y mandó a un sirviente a averiguarlo. El sirviente regresó de inmediato y dijo-: A la señora se le ha caído un vaso de la mano y se ha roto. -El padre entonces se dirigió a su hijo-: Si has estado sentado aquí fuera conmigo todo el rato, ¿cómo sabías quién había roto el vaso? ¿Acaso has adquirido algún conocimiento transcendental? ¿Se ha abierto un tercer ojo en tu frente? ¿Cómo has sabido que fue tu madre la que rompió el vaso? -El hijo le contestó diciendo que lo había sabido inmediatamente. El padre insistió: -¿pero cómo? -Y el hijo le dijo-: Es bastante sencillo. El vaso se le calló a mamá porque el ruido de los cristales duró menos de un minuto. Si mi mujer lo hubiese roto, el ruido de los cristales hubiese durado más tiempo, seguido del alboroto de mamá.

¡La forma de ser del ser humano es ciertamente extraña! Un hombre se puede comportar de una cierta manera sin echarse nada en cara a sí mismo. Pero un comportamiento similar entre sus amigos o familiares se le critica inmediatamente. Un borracho no quiere que su hijo toque la bebida. De igual modo un fumador no quiere que su hijo fume nunca.

Un gran especulador vino una vez a verme pidiéndome que su hijo le jurase que jamás se hiciese especulador. Me sorprendió muchísimo, con lo que le dije: -Hermano, tú siendo un especulador, aun así, ¡quieres que tu hijo no lo sea! –Sí, sé lo infeliz que es un especulador. Espero que por lo menos mi hijo no caiga en esta trampa. –A lo que yo le dije–: ¡Qué extraño! ¿Tú tienes problemas con la especulación, y no te sientes preparado para dejarlo? ¿Cómo es posible que tu hijo no siga tus propios pasos? Esperar lo contrario sería bastante ilógico.

¡Qué ironía tan grande! Un hombre no cambia sus malos hábitos pero quiere que su hijo o su mujer nos los tenga. Pero esto se debe a un problema: la tensión no relacionada o la emoción. Hay un frenesí causado por el viento, denominado “poseído por el demonio” por los maestros ayurvedas, Charak y Sushrut. Muchos trastornos proceden del viento, y se les considera de base espectral, un caso de ser poseído por un espíritu malvado. Hay todavía otro trastorno, el del engaño. El hombre está tan metido en el engaño que no puede ver aunque sus ojos estén totalmente abiertos; tiene oídos, ¡pero no puede oír! ¡No sabe lo que le está pasando! Este estado de engaño solo se puede acabar a través del dhyana. El dhyana por sí solo puede rectificar este estado de engaño, y a no ser que se rectifique, no podrá haber un equilibrio mental.

Un gran motivo del desequilibrio mental es la provocación; el segundo es la rigidez. El hombre es obstinado. Se aferra a algo y no cede ante nada. Sufre y aun así continúa como antes. Pierde su equilibrio. Se da cuenta de que algo no le hace bien, y aun así le es difícil abandonarlo. “No soy tan debilucho como para vacilar; si he dicho algo me mantengo firme a toda costa. Otra gente titubea y vacila, pero yo me mantengo firme a mi opinión. No cedo nunca; no desisto.”

Esta obstinación genera mucha inestabilidad. Uno se encuentra en un dilema. Un deudor se fue a pagar su deuda. Entrega un total de 60 rupias a su acreedor. El acreedor le dijo: -Hermano, te di 70 rupias en dos sumas de 35 en dos ocasiones. ¿Por qué me traes solo 60? –El deudor le dijo-: Oh, no, treinta y cinco y treinta y cinco hacen sesenta. –El acreedor le contestó-: ¿Pero qué estás diciendo? Cualquiera al que preguntes cuánto suman treinta y cinco y treinta y cinco te dirá que setenta. –El deudor le dijo-: Lo puedes repetir tantas veces como quieras pero no estaré de acuerdo. Insisto en que treinta y cinco y treinta y cinco suman sesenta.

Visto lo visto, ¿qué puede hacer uno con un hombre así? Uno puede verse en apuros ante una situación como esta.

La obstinación genera mucha inestabilidad. Si profundizas en la cuestión verás que en todas las relaciones familiares la cabezonería es la que crea la mayoría de los problemas. Uno se agarra a una opinión como a un clavo ardiendo, y todo el ambiente en la familia se queda cargado. Vosotros seguro que tenéis mejores ejemplos de lo que estoy hablando, ya que las vivís en primera mano. Nosotros aquí tenemos muy poquitas ocasiones para experimentarlo. Sin embargo, se nos ha dicho que debido a la obstinación, una casa por lo general se divide contra sí misma. Las paredes se ahogan y un hogar genera muchos otros hogares. La erección de muros divisorios y la multiplicación de hogares no lo es todo. A veces, debido a la enemistad, el padre y el hijo no se encuentran durante décadas. A los extraños y a los invitados de la casa les mostrará un rostro sonriente, pero en cuanto su hijo se le cruce en la mirada él mirará para otro lado, y si por casualidad el padre se encuentra frente a frente con su hijo sus ojos se vuelven rojos de rabia. Una situación extraña y la obstinación tiene mucho que ver.

El tercer factor a la hora de generar inestabilidad mental es el favoritismo. El favoritismo o la parcialidad no es una causa sencilla. Destruye la cordura de uno y la de la persona sobre la que se ha discriminado. Hemos oído a muchos hijos quejándose: -Tengo una gran consideración hacia mi padre, pero ha sido tan parcial que le ha dejado todo su dinero a su hijo favorito, y a mí me ha cerrado el grifo por completo. Los favoritismos crean rivalidades entre hermanos, entre madre e hijo, entre el capataz y los trabajadores. Es el responsable de crear una inmensa inestabilidad mental.

La cuarta causa de la inestabilidad mental es la comida poco equilibrada. Los malos hábitos alimenticios también ayudan a crear tensión mental. En nuestros hogares no prestamos mucha atención a este hecho, pero investigaciones científicas contemporáneas han demostrado muchas teorías al respecto. La locura no es solo el resultado de un conflicto mental; una dieta desequilibrada también puede hacer que el hombre se vuelva loco. La nutrición en sí es, por lo tanto muy importante, y por ello le incumbe al que practica el dhyana estar bien informado al respecto. Si uno come mucho pan, si uno solo toma harina de maíz, o la proteína de trigo, o solo toma fécula, no habrá duda de que se llenará el estómago, pero entorpecerá la estabilidad del cerebro. El cuerpo necesita proteínas, grasas, aceites y sal (todos ellos juntos). Cuando hay una dieta equilibrada, el cerebro funciona bien y la estabilidad mental no se altera. Sin embargo, si un hombre malhumorado y quejumbroso, que causa un sinfín de tormentos a su familia, deberá considerar muy seriamente si una dieta poco equilibrada no es uno de los factores detrás de todo.

Lord Mahavir visitó una vez Santhal, una colonia aborigen en el distrito de Pargana. Se dice que la gente de ahí siempre comía comida cruda, seca, sin nada de grasa. Debido a su dieta, esta gente estaba siempre extremadamente irascible. Los ascetas que hacen demasiados ayunos y que tienen unas dietas muy duras y secas también son más propensos a ser más irritables. La ira de los ascéticos devotos se celebra. Mira a Durvasa, cuya naturaleza irritable hizo que pusiese a la gente bajo hechizos con el mínimo pretexto. Cuanto más devotamente austero sea uno, mayor será la furia. Pero si el ascetismo se acompaña del dhyana, este absorverá toda la energía, sin dejar nada para la ira. Con una penitencia austera, sin el acompañamiento del dhyana, hay mucha más probabilidad de que aumente la furia. Una dieta severa que elimine las grasas también tiende a incrementar la irascibilidad; una dieta desequilibrada suele ser el origen de toda perversidad y quejas. No parece que prestemos la atención necesaria a este hecho. En lo que respecta a la comida tenemos unas nociones algo extrañas. Vemos el estómago como un agujero que tenemos que llenar en cuanto se vacía. Pero nunca consideramos con qué lo vamos a llenar. Cuando uno tienen hambre llena el agujero y ya está. Bueno, el agujero se ha llenado, pero ¿qué es lo que se supone que ha de hacer este agujero lleno? ¿Hemos considerado alguna vez cuál podría ser el resultado de este reabastecimiento desconsiderado? Para una persona que practica el dhyana es una pregunta muy importante (tener criterio en lo relacionado con la comida). Uno puede rebatir que cómo es posible pensar en una dieta equilibrada en estos días de creciente pobreza. El precio de la comida está por las nubes. ¿Cómo es posible entonces para un hombre normal, con un sueldo medio, o incluso para un profesor que no es un próspero mercader, llevar una dieta equilibrada tanto él como su familia? Por supuesto que no estamos en una época de bonanza y que una persona de clase media tiene que lidiar con muchas dificultades para ganarse un sustento. Uno cobra apenas unas 500, 700 o unas 1.000 rupias al mes, lo que no ayuda mucho con el aumento de los precios. En estos tiempos con una inflación tan terrible ¿cómo puede uno pensar en una dieta equilibrada? Uno come lo que puede. Es una cuestión candente hoy en día. Pero no hay problema que no tenga en sí mismo su propia solución. Hay muchas tablas de dietas equilibradas que se pueden seguir con un sueldo medio. Una de las actividades que desarrolla Tulsi Adhyatama Nidam es facilitar una guía en lo que a alimentación compete, y traerla aquí a los campistas y a otras personas que visitan el Nidam para practicar dhyana, que incluso con un sueldo medio, es posible tener una dieta equilibrada. Hay proteínas muy buenas que se pueden obtener de la leche; las semillas de comino, las cuales se pueden usar como parte de una dieta normal, contienen hierro; y hay muchos otros alimentos muy comunes que contienen elementos necesarios para una dieta equilibrada. Lo único que ocurre es que nuestro conocimiento de los alimentos es muy pobre y nunca nos hemos planteado lo que debiera ser una dieta saludable.

Tenemos varios órganos funcionando en nuestro cuerpo: el bazo, el riñón, el corazón, el cerebro, los nervios, etc. Todos ellos necesitan distintos tipos de substancias químicas, cada uno tiene necesidades distintas. Alguna gente toma demasiada sal; no se cansan nunca de echar más y más sal a lo que se vayan a comer. ¡Es asombrosa la cantidad de sal que pueden tomar! No hay duda de que es un placer para su paladar, pero ¿han preguntado alguna vez a sus riñones al respecto? ¡Menudo problema le supone a los riñones! Sería una sorpresa que los riñones de esta persona que ingiere tanta sal no hayan sido afectados negativamente. Debido a que el cuerpo no requiere tanta sal la carga de tener que limpiar el exceso recae sobre los pobres riñones. Cada pequeño riñón tiene unas 90 perforaciones, las cuales todas están en funcionamiento, y aun así, el riñón trabaja mucho en exceso eliminando los excesos, lo que no se ha asimilado. El número de filtros en un riñón es innumerable; ningún molino de moler grano tiene tantos filtros. Pero el hombre abusa de todos y cada uno de los órganos hasta el máximo. Continúa engullendo todo lo que puede, rellena su estómago hasta el exceso, nunca tiene en cuenta el trabajo imposible que está dando a los riñones y al hígado. Después de todo, las secreciones del hígado tienen un límite. A la gente por lo general no se preocupa por preguntar si se asimila mejor un plato u otro, o qué caos se ha provocado por la materia no asimilada. Hay hombres que toman demasiada azúcar. Nos hace sentir bien comer todo lo que se pueda; pero uno nunca consulta a los intestinos o al estómago, obteniendo unos resultados desastrosos. La acidez aumenta, lo que causa mucho malestar y dolor. El azúcar sabe dulce al paladar, pero al final del proceso produce acidez. El que consume azúcar de manera compulsiva siempre está eructando, padece indigestión. Por otra parte, el fruto del grosellero de la India sabe bastante amargo, pero tiene propiedades altamente beneficiosas. La dieta siempre ha de ser equilibrada. La mayoría de la gente no presta la atención necesaria y el problema se vuelve grave. Una alimentación poco equilibrada producirá químicos dañinos en el cuerpo, lo que hace que uno tenga mal humor, que se queje y se vuelva irascible, o crea tensión o provoca la lujuria. Todas estas perversiones proceden de una dieta incorrecta. Una dieta desequilibrada, de hecho, es una de las causas más importantes de la inestabilidad mental.

La quinta causa es la debilidad del sistema nervioso. El sistema nervioso tiene dos partes principales: (1) el cerebro y (2) toda la espina dorsal. Los dos constituyen dos partes muy importantes del sistema nervioso. Un defecto en la espina dorsal afecta negativamente el funcionamiento de todo el organismo. Vosotros os sentís incómodos sentándoos rectos; incluso os parece raro veros a todos sentados así. Se os repite constantemente que mantengáis la espina dorsal recta. En todo esto hay cierto beneficio hacia vosotros. Simplemente manteniendo la espalda recta podéis evitar un número de problemas físicos y mentales. Generalmente la gente se sienta con su cuerpo torcido, o de alguna otra manera encorvada. El maestro ayurveda Charak dice: “mientras bebes agua mantén tu cuerpo estirado, recto.” Nunca bebas agua encorvado. Nunca hables a alguien con el cuerpo torcido. Nunca comas en una mala postura. Incluso cuando estés inhalando al respirar asegúrate de que no estés torcido. Mantente recto para que puedas mantener tu equilibrio. Cualquier manera de torcimiento hará que tus acciones también se tuerzan.

La debilidad en el sistema nervioso, la debilidad en la columna vertebral, y la debilidad del cerebro, las tres causan inestabilidad mental.

Un nuevo tratamiento para curar se ha puesto de moda recientemente: la osteopatía. No se hace mucho más en este tratamiento que ejercer un poco de presión a la espina dorsal. Nos preocupan los tratamientos de todo tipo de enfermedades. Aquí en la columna vertebral está la base de todas las enfermedades. Es desde la espina dorsal desde donde se originan todos los nervios y se esparcen a todas las partes del cuerpo. Toda la red de fibras, nervios y arterías se extienden por todo el cuerpo, lo atraviesan. Es desde esta raíz u origen donde comienzan las ramificaciones por todo el organismo. Nuestro sistema nervioso central se encuentra a ambos lados, en donde se encuentran situados respectivamente el sistema nervioso simpático y el parasimpático. Desde estos centros es donde se conducen todas las actividades. Si el sistema nervioso está debilitado, la cuestión de mantener un equilibrio no se puede plantear. Puedes intentar practicar meditación, pero nunca serás capaz de mantener el equilibrio. De hecho, ni siquiera serás capaz de meditar. La meditación, el dhyana, solo es posible cuando el sistema nervioso está fuerte. Puede que un hombre corpulento aparente ser fuerte y robusto. Por el contrario, una persona con poca carne aparenta ser una criatura frágil, que se agota fácilmente, o un hombre delgado puede parecer que sea débil.

“Solo aquel que tenga esplendor es fuerte.” Las apariencias engañan por lo general. Demasiada carne no significa nada. Lo más importante es el estado del sistema nervioso. La vida significa la actividad sana del sistema nervioso. Tanto el sistema nervioso como el sistema endocrino son mucho más importantes. Son la fuente de toda luz. Son los orígenes de todas las acciones. La carne en sí no tiene ningún valor. Incluso algunos metales tiene poca fuerza comparado con la fuerza de los nervios y del sistema endocrino.

Un hombre es consciente de mover un dedo. Si toca algo él es consciente de ese movimiento. ¿En dónde radica la base de esa consciencia? Todas las sensaciones ocurren a nivel del sistema nervioso.

Hay dos tipos de nervios: los nervios motores y los nervios sensoriales. Mediante los nervios sensoriales nos hacemos conscientes de todo, y mediante los nervios motores es donde tiene lugar la acción en sí misma. Cuando tocamos algo con el dedo, los nervios sensoriales no dicen inmediatamente que está frío. Si tenemos la necesidad de moverlo de sitio, los nervios motores se pone en acción y el dedo ejecuta la tarea. Así pues, son los nervios los que dirigen el proceso de saber y de actuar.

Con la debilidad del sistema nervioso, el equilibrio del cuerpo se pone a cero.

Quisiera repetir de nuevo las causas de la flaqueza del sistema nervioso: una dieta desequilibrada, y una causa aun mayor, la falta de control sobre las emociones.

El sistema nervioso del hombre que no ejercita control sobre sus emociones, se debilita gradualmente. Cada golpe de furia genera un gran choque en el sistema nervioso. Si estos choques continúan durante un determinado período de tiempo, se puede prever el resultado final. El sistema nervioso tiene mucho aguante; tolera muchas más cosas que tu hijo, incluso tu mujer no podría tolerar tales abusos; ella te dejaría. Pero el pobre sistema nervioso absorbe en silencio todos los golpes que sin pensar le administras. Si persiste, llegará hasta tal punto que el sistema nervioso no podrá aguantar más y empezará a desintegrarse. Así pues, el hombre se desequilibra, y posteriormente se empieza a desintegrar, y gradualmente se va acercando a un estado de locura, parcial o total.

Hemos enumerado cinco causas del desequilibrio mental. Queremos mantener nuestro equilibrio para que la mente se mantenga saludable y en calma. La manera más importante para llegar a esa finalidad es la percepción del cuerpo, la percepción del cuerpo tal cual es. Mediante la percepción del cuerpo, el sistema nervioso se hace más fuerte y además también compensa por las deficiencias de ciertos humores. Hay un número de vitaminas que el cuerpo produce por sí mismo; no todo se obtiene de fuera, algo también se desarrolla en el interior. La luz del sol se absorbe por el cuerpo y produce la vitamina D por sí mismo. La mejor fuente de vitamina D es la luz del sol. Hay muchos otros químicos y proteínas que produce nuestro cuerpo, pero solo los producirá si está en un estado de tranquilidad. La práctica del dhyana no sirve meramente para establecer el equilibrio mental o para conseguir la salvación; también está para asegurarse una vida feliz aquí y ahora.

Una religión o una disciplina que no ofrezca una solución a nuestros problemas de hoy en día no son ni beneficiosas ni productivas. Lo que necesitamos es una reevaluación continua de la espiritualidad y de la religión, para que gracias a ellas podamos solucionar nuestros problemas del día a día.

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