Principios que rigen el Control sobre la Mente.

Un amigo me vino a ver. Estaba muy agitado: su cara estaba llena de preocupación, la frustración y la tristeza se reflejaban en sus ojos. Parecía como si su misma vida se le estuviese yendo. Parecía ensimismado por culpa de alguna gran preocupación.

Yo le dije: -¿Pero qué te ocurre? ¿Es un problema económico?

A lo que él me contestó: -Ni mucho menos, si en ese sentido me va bien, estoy bien acomodado, sin preocupaciones al respecto. De hecho gano más de lo que necesito.

Con lo que yo le volví a preguntar: -¿Te pesa entonces algún problema familiar?

Y él dijo: -No, si tengo la buena fortuna de tener una buena familia, por extraño que parezca. Todos los miembros de mi familia son muy respetuosos conmigo, y están dispuestos a complacer mis deseos y órdenes. ¡Si pido ayuda a uno se presentan cinco corriendo! No tengo nada que reprochar a mi familia. Pero no solo ellos, incluso mis sirvientes y subordinados son muy humildes y duros trabajadores.

Yo le dije: -Entonces, ¿qué es lo que te causa tanto pesar?

Él suspiró y dijo: -Aparentemente no tengo ningún problema, pero por dentro, me siento intranquilo. Mi mente está en un estado de desintegración; está tan inquieta que nunca me quedo en paz. No lo puedo controlar. Por la mañana pienso en algo. Al mediodía se me ha olvidado y pienso en otra cosa, y a la tarde me encuentro pensando en otra cosa totalmente distinta. No me puedo concentrar en nada, y no logro saber cómo definirme. Sé que toda violencia es mala. No quiero ser violento, pero aun así, cuando me viene la ocasión, no puedo evitar volverme violento, yéndose el principio de no violencia por la borda.

Me digo a mí mismo que no he de consentir el abuso, que es correcto insultar a la gente; además de dar un mal ejemplo a los niños. Ellos, inconscientemente, empiezan a usar palabrotas, así que he de tener cuidado y no decir palabrotas. Y todavía, en un momento de indignación, me encuentro a mí mismo desbocándome en el insulto.

No hay razón para hacerlo, pero aun así ocurre veinte veces al día. Decido no hacer ciertas cosas, y sin embargo, me veo a mí mismo haciendo justo lo que no tenía que hacer.

-No puedo entender esta división en mí mismo: tengo una parte de mí que es la que piensa y otra que es la que actúa. Ambas son totalmente distintas y se contradicen entre ellas. Me preocupa que no nunca llegue a conseguir lo que me proponga. El resultado siempre es contrario a la intención. Estoy perdido en esta confusión.

A este respecto, yo le contesté: -No seas tan duro contigo mismo. No es solo tu problema, este problema lo tiene toda la raza humana; es el problema de todo hombre. No hay ni un individuo en el mundo que no se enfrente a su dios Jano mental.

-Ahora me surge la pregunta sobre si hay una o dos mentes. Si tuviésemos solo una mente no habría contradicción entre el pensamiento y la acción. Pero aun así, hay mucha contradicción en el ser humano. ¿Acaso quiere decir eso que hay dos mentes y no una? Y si hubiese dos mentes, ¿cuál de ellas es con la que he de luchar y conquistar? ¿He de luchar y subyugar a la mente dominante?

Yo le contesté: -¿Hay dos mentes o es una división meramente artificial? El hombre piensa en luchar y en controlar la mente, y sin embargo, muchas veces ocurre que aquello sobre lo que quiere ejercer control lo elude, y aquello otro que no debiera ser controlado, se ve vapuleado. El culpable sale impune, y el inocente acaba entre rejas.

-Nuestra mente es muy inocente –Continué diciéndole –No podemos culparla. De hecho, la mente es poder. La mente es un poder, la palabra es otro, y el cuerpo, otro más. Estos tres poderes son las maneras de actuar. Es una gran fortuna para el hombre ser dotado con tal potencial. La mente, la palabra y el cuerpo son tres grandes poderes; ¿hemos realmente de luchar contra ellos? ¿Hemos de pensar en subyugarlos? En realidad, no hay necesidad de luchar contra ellos o de controlarlos.

-¡Vaya enredo de ilusiones mundanas! ¡Menudo misterio! ¡Uno ni siquiera sabe lo que está pasando en realidad! No se puede encontrar al verdadero culpable, y quien quiera que resulte estar ahí delante, es castigado. Hay crímenes que nunca se resuelven; otros salen a la luz y son descubiertos.

-La mente no comete crímenes, es sagrada. Es una parte muy poderosa de la máquina que es el hombre. Podemos usar la mente en la manera que nos plazca. Solo mediante la ignorancia podemos pensar en subyugarla. ¿Por qué se ha de castigar al inocente? La culpa recae en otro sitio, el culpable se ha metido bajo tierra. Solo podemos entender el mundo en bruto, el cuerpo en bruto, la palabra en bruto y la mente en bruto; pero nunca hemos intentado desentrañar la parte más sutil detrás de todos ellos. Nuestros mayores esfuerzos puestos en esta dirección han generado pocos frutos. Si pudiésemos apreciar el vasto mundo sutil que hay en nosotros mismos, simplemente no surgiría la cuestión de luchar o controla la mente. Todo el desorden se origina desde el mundo sutil de dentro. Toda la maldad surge de los sentimientos internos. El vasto mundo sutil se encuentra dentro del cuerpo en bruto; esa corriente de sentimientos que procede de dentro es la que pone la mente a trabajar. La mente es una mera sirvienta, solo hace lo que se le ordena. Da igual lo fuerte o poderoso que un sirviente pueda ser, siembre ha de actuar acorde con los deseos de su máster. A veces, incluso la mente está obligada a realizar tareas desagradables. La maldad procede de los sentimientos. No podemos comprender los sentimientos y pensar solo en luchar contra la mente; y ¿cuál es la consecuencia? Durante miles de años, desde el principio de los tiempos, el hombre ha luchado con su mente, pero sin ningún propósito. El hombre nunca has sido capaz de conquistar su mente. Aquellos que se han visto en la fútil situación de enfrentarse con la mente han sido capaces de ocasionar una transformación a nivel del sentimiento en sí.

La naturaleza del ser humano es muy complicada. Por ejemplo: un hombre que está enemistado con su vecino, el cual disfruta de gran poder. El hombre no puede hacer nada contra su vecino, pero sin embargo busca una satisfacción de manera indirecta atizando el ganado del vecino con un palo. Lo que él piensa en su cabeza sería “Este es el ganado de mi vecino. Si les atizo, de alguna manera, estoy atizando a mi vecino”.

¿Y no nos comportamos el resto de la misma manera? El sentimiento que actúa sobre la mente está más allá de nuestro alcance, por lo que nosotros comenzamos a encontrar fallos en la mente.

Un sadhak (aspirante espiritual) tendría que tener cuidado de no caer en una trampa como esta. Tiene que llegar al punto de darse cuenta que pelearse con la mente es en vano. De hecho no hay necesidad de pelearse, hay que dejar a la mente en paz. Uno debe de luchar, si ese fuera el caso, con lo que activa a la mente a actuar así; eso sería mucho más fructífero. Definitivamente, uno no ha de luchar o pelearse; hay otra manera de solucionar el problema.

Los sentimientos, los impulsos y el instinto van y vienen, dejando su huella a su paso en la mente. La mente es una hoja de papel en blanco, nada más. ¿Qué sentido tiene pelearse con ella? ¿Por qué hemos de luchar contra algo que es intocable? ¿Sobre lo que no se puede dejar marca? Nos tenemos que enfrentar a la fuente donde se originan estas imágenes. Los recuerdos, la imaginación, los sentimientos, ideas de lo bueno y de lo malo... -Todos ellos surgen desde el interior. Sin embargo, estos no pueden molestar al hombre encomendado a la meditación, porque dicho hombre vive en una dimensión distinta, más allá de las fronteras del vasto mundo.

La gente quiere saber si ellos también tienen un mundo sutil que sea suyo propio, si ellos poseen una individualidad única, si hay un mundo aparte de este mundo aparente, si hay algo que sobreviva a la muerte.

¿Por qué hablar de la muerte? ¿Por qué ir lejos? Hay todo un mundo dentro de ti. La pregunta del más allá y su solución están dentro de ti. Mira al mundo en tu interior y todas las preguntas se disiparán. Si existe el alma, si existe Dios o lo que ocurre antes o después de la muerte son problemas planteados por gente absorta meramente por lo corpóreo; aquellos que han ido más allá de lo corpóreo ya no están perplejos por tales cuestiones. El camino al conocimiento del alma o Dios no es a través del cuerpo y de la mente; se encuentra más allá del intelecto y de lo simplemente corporal. Aquel que ha cruzado estos límites, los conoce; aquel que esté aun atado a lo mundano, nunca lo conocerá. Es fundamental que conozcamos muy de cerca nuestras inclinaciones y nuestros antecedentes, que lleguemos a la fuente de acción más recóndita.

Ya que hay deseos profundos en su interior, las poderosas fuentes emanan para siempre. Su flujo continúa para siempre, incesantemente, nunca se seca.

Hay una fuente muy grande de ilusión, la fontana madre de todas las fuentes menores.

Otro maravilloso origen verdaderamente formidable es la fuente del apego, la cual origina a su vez siempre nuevos deseos y mantiene a la mente bien suplida con las aguas de la ambición.

También tenemos la fuente del olvido, de la falta de interés, mediante la cual el hombre continúa durmiendo y no se despierta.

Este extraordinario sueño ligero no será perturbado. El pobre cuerpo físico duerme unas 7 u 8 horas al día, pero el estupor de la falta de atención continua para siempre, en el día a día.

Uno nunca despierta.

El embalse de la pasión es otro enorme que emana en todas direcciones. El orgullo, el engaño, la avaricia, el odio, la envidia, la apreciación o la aversión son fuentes más pequeñas del mismo origen.

Estas fuentes variadas fluyen por dentro. Sus aguas pasan por la mente. Todo tipo de impurezas se arrastran por sus aguas. La mayoría de la gente no puede percibir estas fuentes internas; ellos solo ven la basura que sale del desagüe de la mente y le echan la culpa a esta.

Pero la mente es un mero conducto, una tubería, el paso en sí.

¿Acaso se ha de culpar al desagüe de la ciudad por la inmundicia que pasa por ahí? ¿De dónde vienen esos desechos? ¿Acaso se han creado en el desagüe? ¿O es que toda esa basura viene de las casas, las fábricas y otras industrias? Y aun así, el epíteto “sucio” se le atribuye al desagüe. ¿Cómo se explica esto? ¿Cómo puede ensuciarse? Este está limpio; simplemente no sabemos qué hacer con el origen del rechazo. Queremos que el desagüe se mantenga limpio, pero nunca lo está. La avalancha de suciedad desciende continuamente del depósito de más arriba. Si no se limpia el depósito, si no se controla el fuerte flujo de alguna manera, no seremos capaces de limpiar la suciedad de las tuberías. Siempre pensamos en términos de mantener el desagüe limpio, y nos quedamos apabullados por este problema intrincado.

Pero esa no es la manera de solucionarlo. Podemos continuar limpiando la suciedad, pero si el flujo de suciedad que procede de la fuente originaria continúa sin cesar, nuestra campaña por la limpieza será totalmente en vano. El desagüe no es lo que se ha de limpiar. Si realmente queremos limpieza, primero tendremos que atacar antes de nada la principal fuente de suciedad.

Ahora la pregunta que nos atiene es saber qué es lo que hemos de hacer. ¿Cómo hemos de enfrentarnos a ello? La manera más sencilla es parar la acumulación de suciedad en el surtidor principal. Se ha de controlar el flujo de las fuentes de suciedad. Aquí nos podremos ayudar de la mente, y así, de este modo, conseguir esa purificación.

Lo primero que hemos de hacer es vaciar las fuentes de suciedad.

Lo segundo, cerrar el conducto de la mente para que no se vicie con nada de lo que proceda de ahí; la conexión en sí se elimina. Así pues, el origen de nuestras molestias será erradicado, y el problema de la contradicción entre pensamiento y acción se solucionará.

De este modo, el individuo nunca se quejará de que “pienso en una cosa por la mañana, en otra a medio día, y en otra totalmente distinta a la tarde, y al final hago algo totalmente contradictorio”.

¿Y cómo llevamos a cabo esa limpieza? Hemos de comenzar rompiendo toda relación con las conexiones con las fuentes de suciedad en nuestro interior; una ruptura radical con los centros de corrupción de dentro, para que los conductos exteriores no se obstruyan y así no reciban el flujo putrefacto.

La manera de limpiar y purificar la mente se basa en una fuerte determinación y concentración. Manchado por un sin fin de suciedad acumulada, el desagüe de la mente se tapona, se agota tanto que su fuerza se ve enormemente menguada. La única manera de aumentar el poder de la mente es hacer la determinación de uno más fuerte. La mente es sumamente imaginativa; siempre está creando nuevas imágenes. Sin embargo, las imágenes no perduran, nada permanece ahí por mucho tiempo. Así pues, la mente es por lo tanto muy delicada. El hombre se ve influenciado tanto por lo que ocurre fuera como por lo que ocurre por dentro. Nuestro mundo es un mundo de grandes influencias; por aquí se levanta una tempestad, por ahí un tifón o una tormenta de arena... Esto no se queda restringido solo a la Tierra; científicos modernos, antiguos astrónomos y observadores del espacio han llegado a la conclusión de que ciertos fenómenos que ocurren en otros planetas causan terribles tormentas y huracanes en la Tierra. Las radiaciones procedentes de otros planetas llegan y afectan a la Tierra. Hace unos años, Rajastán (una zona típicamente seca) sufrió unas lluvias muy intensas. La gente pensó que se debía a una explosión nuclear que se había llevado a cabo recientemente, pero esa no fue la causa. Las lluvias se originaron debido a ciertas explosiones que habían tenido lugar en el Sol ese año y las condiciones atmosféricas generadas debido a estas explosiones fueron las responsables. La Tierra está conectada con elementos magnéticos en el espacio. Nuestra mente, también lo está, a elementos magnéticos en el espacio y en la Tierra. No tenemos conocimiento de cuántas fuerzas magnéticas nos empujan más hacia un lado o hacia otro; o de cuántas cosas nos están influenciando en un momento determinado.

El doctor Nivadya dirigía una investigación sobre los efectos de la luna en la mente del hombre. Según los astrólogos, el estado de la mente está determinado por las fases de la luna. Quizás sea de ahí de donde provenga el proverbio “Cuidado con tu aspecto lunar”. Se sabe que la segunda luna y la luna llena influyen sobre la mente. El doctor Naivadya descubrió un número de hechos que esclarecieron más de una costumbre antigua. Por ejemplo, la costumbre de hacer ayuno en el octavo, el catorceavo y el quinceavo día de la quincena lunar luminosa y el último día de la quincena lunar oscura. La explicación aún no se ha esclarecido pero el doctor Nivadya expuso el hecho de que la luna en estos días causa tormenta en el mar, al igual que en la mente del ser humano, por lo que hacer ayuno y tener presente los hábitos religiosos ayudan a deshacer estas tormentas y a mantener la mente tranquila.

Se ha determinado que la mente se ve influenciada por sucesos del mundo exterior. No solo se ve influenciada por la luna, sino también por innumerables eventos e individuos. La mente es muy influenciable. Todo lo que ocurre en el exterior deja huella en ella. Los reproches o los elogios le afectan inmediatamente, lo que es bastante al deberse de una influencia externa. Pero la mente también se ve afectada por lo que ocurre en el interior. Está repleta de impresiones.

Un padre dijo: -hijo, vete al bazar y compra algo de paja para el ganado. -El hijo le contestó-: ¡Padre! No hace falta ir al bazar. Mi profesora me dijo el otro día que tengo la cabeza llena de paja. Así que, ¿por qué no usar lo que ya tenemos? ¿Para qué molestarnos en irnos al bazar?

Todo individuo está lleno a rebosar por dentro. No hay un fin a todo lo que tenemos en nuestro interior. El número de fuentes de acción internas que influyen a la mente es innumerable. Mantener a la mente libre de las influencias internas y externas, mantenerla sana, es un gran trabajo. No es fácil quedarse al margen de estas influencias. Un sadhak debe enfrentarse a este doble problema. De lo contrario, no tiene sentido hablar de la purificación de la mente.

Hay dos caminos para conseguir la purificación de la mente: mediante la fuerza de voluntad y mediante la concentración. El hombre no consigue su objetivo porque su fuerza de voluntad no es lo suficientemente fuerte. Él vive en un mundo de fantasía, no hay fin a la ficción que crea. El primer paso es cambiar la imaginación por fuerza de voluntad, hacerla tan fuerte que se convierta en una coraza para el hombre, tan fuerte como el sílex. Si nuestra fuerza de voluntad es fuerte, nos hacemos inmunes al influjo exterior e interior. Ambas influencias siguen llegando hasta nosotros, pero son rechazadas inmediatamente; nuestra voluntad no se ve afectada. Con la creación de esta armadura, las fuerzas perturbadoras, tanto de fuera como de dentro, se vuelven impotentes.

Entonces, ¿cómo se fortalece la voluntad? La voluntad se fortalece a través de la concentración. Según se desarrolla el poder de concentración, la fuerza de voluntad se hace más fuerte.

Svasa-preksa (la percepción de la respiración) es una forma de ayudar para conseguirlo. Aquel que haya conseguido percibir su propia respiración ya está en el camino de la purificación de la mente.

Nosotros no sabemos luchar, tenemos otras formas para conseguirlo. No hay hombre en la tierra cuya mente no haya sido nunca asaltada por la duda, por malos pensamientos, por el desasosiego y la imperfección. Cuando estos pensamientos o dudas entran en la mente, el sadhak empieza a desesperarse; empieza a vacilar en la utilidad de sus esfuerzos. -¿Cómo es posible? -Se dice a sí mismo-. ¿Es este el resultado de mi larga práctica? Llevo practicando dhyana durante 8-10 días, 2-4 meses, 2 años… Y aun así parece no haber fin a la inestabilidad de la mente; aún estoy enredado en una maraña de dudas. ¿Acaso es una broma? ¿Es que esto no tiene sentido alguno? ¡Ya no quiero saber nada más del dhyana!

Esta visión tan pesimista no ayuda a avanzar espiritualmente o a librarse de las dudas. ¿Cómo puede haber una liberación de estas impresiones hasta que no estén totalmente eliminadas? Para vaciar la mente completamente de esta mina de antiguas impresiones nos puede llevar años. Por supuesto, cuanto menos haya que vaciar menos tiempo llevará.

El Dhyana no es una manera infalible de liberarse de los malos pensamientos y de las dudas. Por lo menos, si practicas meditación, dejas de enredarte en nuevas complicaciones. Los pensamientos van a llegar, uno los percibe, y luego se van. Si vienen malos pensamientos los dejas en paz, no trates de pararlos; concentra tu atención en la respiración; percibe la respiración. Habrá un pensamiento malo, pero la percepción de la respiración continúa al mismo tiempo. Al principio, el pensamiento malo puede que parezca más fuerte, y la percepción de la respiración más débil, pero con una práctica constante, la capacidad de percepción se desarrolla cada vez más, hasta que uno llega a un estado en el que el pensamiento para. Todos los pensamientos son como demonios, si intentas luchar contra ellos solo malgastarás tu energía. Ignora estos demonios, no te opongas a ellos. Continúa tu trabajo sin desviar tu atención. Llegará un momento en el que los malos pensamientos y la duda perderán vitalidad y se verán privados de su fuerza. A lo largo de este proceso, la percepción de la respiración se agudizará y se hará más fuerte gradualmente. A su debido tiempo, los demonios morirán, y la percepción de la respiración aflorará dotada con vida eterna.

Debemos observar la percepción de la respiración en la manera correcta. Una incorrecta observación nos lleva a la desesperación. Sin embargo, si la percepción de la respiración, la percepción de los centros psíquicos y la percepción del cuerpo se hacen correctamente, el poder de la concentración se vuelve progresivamente más fuerte, y la fuerza de las inclinaciones perturbadoras, inquietudes, malos pensamientos y sentimientos retorcidos poco a poco se van haciendo más débiles, desembocando finalmente en una tremenda liberación de energía creativa, con su correspondiente disminución de esas emociones perturbadoras o maliciosas. Todo hombre posee una mente, y pese a ello, unos hombres salen buenos y otros malos. ¿A qué se debe esto? ¿Cómo es posible que podamos tener buenos pensamientos durante una hora y malos pensamientos en la siguiente hora? ¿Por qué existe ese contraste, esa desviación de lo correcto? Todas estas variaciones en el tiempo y en lo que respecta al hombre nos dice claramente que no es culpa de la mente. La culpa recae sobre nosotros que no hemos hecho a nuestra mente a prueba de miedos, la cual no ha hecho más que fortalecerse o desarrollar su fuerza de voluntad y su poder de concentración, además de sus varias virtudes. El entrenamiento espiritual se basa en tres poderes: el poder de la mente, el poder del habla y el poder del cuerpo. Según aumenta el poder de la mente, otros poderes internos también se desarrollan, y las influencias exteriores se vuelven más débiles.

Al trabajar la fuerza de voluntad y la determinación:

Los viejos hábitos desaparecen, creándose otros nuevos.

Las viejas creencias se van, naciendo otras nuevas.

Las viejas impresiones se paran, afianzándose otras nuevas.

Al crecer la fuerza de voluntad el poder de concentración también se desarrolla, y viceversa. Según se desarrolla la fuerza de voluntad, el poder de la mente también crece. Por lo tanto, la mente se siente completamente segura; su armadura se vuelve impenetrable, permanece intocable por las influencias interiores o exteriores. Es como si dijese a las fuentes internas de la perversión “llévate las aguas a otro sitio, ya no estoy interesado en ellas”. De igual modo, rechaza las influencias exteriores. Así pues, la mente vive en total libertad realizando su trabajo sin trabas. Toda la discordia se acaba y hay una perfecta armonía interior. El sadhak nunca se cansa de sumergirse en este extenso océano de armonía, renovándose para siembre.

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